El Mago 1 Es Una Fantasía o Crea Fantasías

EL MAGO

 

Es una Fantasía o Crea Fantasías.

 

Primera y única sentencia: La historia del mago está íntimamente ligada al acontecer humano; su figura está mucho más cerca a nuestra vida cotidiana de lo que pudiera mostrar una primera impresión. Resulta evidente que hay magos más populares que otros, según el impacto que sus hazañas han causado; parecería que se encuentran enfrascados en una frenética carrera entre sí.

 

Hay magos para todas las edades y preferencias, los hay que sacan conejos del sombrero, otros son conocedores de los primeros días y adivinos de futuros, los hay que practican la magia negra, hacen o deshacen amarres para el amor, que prometen fortunas y la mejor de las suertes; que curan enfermedades terminales o cumplen los más caros placeres y un interminable etcétera; es decir, los magos crean expectativas con las fantasías de los demás, pero ¿dónde quedó la fantasía? ¿es del sujeto que la deposita en el mago para que la convierta en realidad y entonces el mago es un mediador o es propiamente él una fantasía? Se cree en él como un personaje con poderes divinos, o malignos, pero que las creencias mejor calificadas aseguran ser efectivos.

 

Un primer problema lo constituye la definición del mago, ser tan ecléctico, heterogéneo, versátil y etéreo. Hay los magos de Catemaco o de la Tierra Media, los blancos y los grises. También están los magos de los oráculos o del monte Sinaí y del Mar Rojo que hablan con las divinidades y conducen al pueblo elegido, están los magos del Mictlán o de las profundidades que los desesperados invocan en su ayuda, así como los alquimistas y los conocedores de la naturaleza de la cual obtienen las materias primas para preparar los brebajes con potencias inauditas, están los magos que aman a las ninfas y para tal fin adoptan las formas más fantásticas de acuerdo a su nahual; está el caso de los que embarazan vírgenes, aunque con formas más pueriles, tal vez en ese preciso instante la excitación le robó un poco de imaginación. No obstante nunca se podrá comparar la ascendencia de una estirpe que proviene de la pasión de un imponente sátiro a la de una pinche palomita; para saldar tal déficit histórico y congratularse de nuevo con su ética profesional, tal mago recurrió al truco de convertir el agua en vino y la banda exclamó e invocó ¡Oh Bendito Señor! con toda razón, sin duda.

 

El Mago 1